Los gorilas de montaña, unos de los grandes simios más conocidos, son una subespecie del gorila oriental (Gorilla beringei beringei) que habita en las montañas de África central, en las áreas boscosas de las montañas Virunga, donde confluyen Ruand, Uganda y la República Democrática del Congo.
Registro en la oficina
Por la mañana desayunamos en el Gorila Friends y Charis nos acercó a las oficinas del sector de Ruhija, que es el punto de encuentro de toda la visita.
En primer lugar tuvimos que registrarnos individualmente, mostrando cada uno nuestro permiso adquirido previamente y nuestro pasaporte para identificarnos (los permisos son nominales).
Indicaciones de los rangers
Una vez registrados, todos los turistas que allí nos encontrábamos para realizar la visita tomamos asiento para escuchar las las instrucciones del ranger responsable, todavía sin dividirnos por grupos. Estas instrucciones son claras.
El trayecto puede ser largo, depende mucho de la localización de la familia que te asignan, y durante el trayecto tienes que ir siempre con el grupo. En el caso de tener ganas de ir al baño, los rangers llevan una pala y dependiendo de si necesitas "number one" o "number two", el agujero que tienen que cavar es más o menos profundo.
Además, con los gorilas te indican que no hay que moverse pase lo que pase (a no ser que los rangers te lo indiquen) y que hay que permanecer donde te sitúen los rangers.
Tras la explicación, unas mujeres de la comunidad interpretaron un baile supuestamente para darnos suerte en nuestra aventura (agradecen tanto la participación de los turistas como las posteriores propinas) y por último varios miembros de la comunidad se ofrecieron como porteadores de las mochilas que llevábamos. Nosotros apenas llevábamos agua, unos rolex que nos había preparado Scovia y algo de ropa por si llovía por lo que declinamos la oferta.
Asignación de familias para cada grupo de turistas
Por último, los rangers analizan los grupos que tienen ese día y asignan una familia a cada uno de ellos.
Por lo que pudimos ver, tienen en cuenta la edad y la forma física, ya que en nuestro grupo éramos mayormente gente joven y bien preparada físicamente y nos llevaron donde la familia Mukiza, que era la más lejana.
Tambien vimos que a un grupo de gente bastante mayor le asignaron una familia que se encontraba muy cerca de la propia carretera (hay gente que ve los gorilas en la misma carretera, de camino a Ruhija, o se los encuentra de paseo, aunque suelen estar con un ranger que es el encargado de seguir a esa familia para tenerla controlada).
En este punto tuvimos la mejor de las suertes porque, aunque la familia Mukiza era la más lejana, era la más numerosa por lo que pudimos deleitarnos con un majestuoso grupo de 18 indivíduos, y el camino no se nos hizo para nada largo.
Gorilla track por el bosque de Bwindi
Una vez asignada ya la familia, dos rangers comienza el camino con cada grupo. Uno va por delante y otro cerrando el grupo. Nosotros dio la casualidad de que fuimos con el ranger que había dado las instrucciones y que parecía un poco el cabecilla de los rangers.
Habíamos leído experiencias muy variadas, y la verdad que entendemos que la mayor diferencia radica en si el camino está totalmente embarrado o no y de si te llueve. Nuestro camino estaba bastante seco (había alguna zona con algo de agua) y encima ese día no llovió.
Por ser un poco precavidos llevábamos en las mochilas ropa para cambiarnos y chubasqueros, además de agua, comida y guantes, que habíamos leído que eran recomendables para agarrarte a troncos, etc. y que nosotros no utilizamos y regalamos al día siguiente a una mujer que vimos realizando trabajos físicos duros. Los rangers además nos ofrecieron palos de manera para caminar, por lo que no es necesario llevarlos.
A pesar del buen día que tuvimos estuvimos caminando cerca de las dos horas, por lo que el mismo camino con malas condiciones podría haberse alargado varias horas más.
Una hora con la maravillosa familia de gorilas Mukiza
Tras casi dos horas de camino, nos anunciaron que los gorilas se encontraban ya próximos por lo que tuvimos que dejar allí mismo tanto las mochilas como los palos y ponernos mascarillas (era setiembre de 2022 y estaba aún reciente la pandemia del Coronavirus) para no transmitir enfermedades respiratorias a los animales.
Cuando nos dijeron próximos no sabíamos que estaban tras el seto donde dejamos las mochilas por lo que cruzarlo fue algo absolútamente mágico. Ahí mismo estaba Mukiza, el alfa, el gran lomo plateado rodeado de su impresionante familia, descansando entre la maleza.
La hora que pudimos pasar con estos gorilas, que se hizo como 5 minutos, fue una de las experiencias más emocionantes que hemos vivido en nuestras vidas.
Vuelta a Ruhija y campamento de los rangers
Llévabamos casi una hora disfrutando de Mukiza y los suyos cuando de repente se levantó y comenzó a dirigirse hacia el este. Habíamos leído experiencias en las que los gorilas se van moviendo y los rangers te van llevando con ellos, pero nosotros tuvimos la suerte de que estuvieran una hora en el mismo sitio, así que los rangers dieron por finalizada la visita y a todos nos pareció bien no molestarles más.
El trayecto de ida fue mayoritariamente cuesta abajo, por lo que ahora tocaría volver cuesta arriba. No obstante, nuestro ranger optó por seguir un camino más largo pero llano, dejando para el final prácticamente todo el desnivel por lo que fue muy llevadero, hasta la última cuesta que es obviamente el punto qué más nos demandó de todo el paseo.
En esa cuesta precisamente escuchamos música y nos sorprendió tanto que le preguntamos al ranger de qué se trataba, a lo que respondió que del campamento de rangers desde donde vigilan y protegen a los gorilas a turnos. Turnos de 5 días consecutivos, donde los mantienen vigilados las 24h del día.
Por esa zona hicimos una breve pausa para comer y coger energía para continuar con la subida, y aprovechamos para hablar con los compañeros ya que nosotros no teníamos hambre y preferíamos esperar a llegar al Gorila Friends para comernos los rolex.
Este camino que decidió utilizar el ranger no llegaba hasta las oficinas desde las cuales habíamos salido por lo que llamaron a Charis para que se encontrara con nosotros en el punto de la carretera donde terminaba la cuesta empinada que estábamos a punto de terminar de subir.
Cuando alcanzamos la carretera, Charis nos estaba esperando y nos llevó, junto a más turistas, apretándonos como podíamos, a las oficinas, donde nos dieron un diploma con nuestro nombre y nos agradecieron nuestra contribución a su causa.
Tarde en Ruhija
Poco después de las 14:00 volvimos al Gorila Friends y nos comimos los rolex para ir a dar otra vuelta por la zona, pero se puso a jarrear. Curiosamente la tarde anterior también cayó otra tormenta exprés, como la del Lago Mburo, suerte que estas tormentas no estropeaban las pistas del bosque de Bwindi.
Cuando dejó de llover, nos pegamos una ducha y me fui con Alvaro y con Fran a explorar la zona porque habíamos reservado dos noches para Ruhija. Por lo que vimos, mucha gente marchaba al terminar el gorila track, pero tener la tarde libre nos permitió dar una vuelta por una escuela y jugar con un balón de trapo con los niños que había por allí. Al día siguiente volveríamos a visitarla, ya en horario lectivo, y fue otra experiencia difícil de olvidar.
Al haber planificado el itinerario en el sentido de las agujas del reloj, la experiencia más top de todo el viaje había llegado en los primeros días, pero esto no empañó la sensación global. Nunca lo olvidaremos.