La primera zona que exploraríamos en nuestro viaje al Pantanal Brasileño es la pista que parte de Aquidauana, al oeste del río Aquidauana, denominada MS-171, una auténtica mina para observar todo tipo de animales.
Alquiler de coche con Unidas Aluguel de Carros
Lo primero que hicimos tras descansar unas horas en el Hotel Alkimia en Campo Grande fue alquilar el coche.
Tanto en este primera parte de nuestro viaje en el Mato Grosso del Sur, como en la segunda que exploramos la parte del norte (Mato Grosso a secas), alquilamos el mismo coche, un Chevrolet blanco de 5 plazas con dos adicionales en el maletero, con la misma empresa, Unidas Aluguel de Carros.
Cambio de dinero en efectivo en Campo Grande
Tras alquilar el coche nos dirigimos a una oficina de cambio que encontramos con buenas reviews en Google Maps, pero cuando nos ofrecieron el tipo de cambio decidimos cambiar poco dinero ya que no lo veíamos suficientemente atractivo.
La realidad es que durante el viaje utilizamos, sorprendentemente, poco dinero en efectivo. En la mayor parte de las pousadas, alojamientos, restaurantes, gasolineras, etc. pudimos pagar sin ningún problema con tarjeta.
Además, sacar dinero del cajero muchas veces era una odisea ya que en muchos bancos nuestras tarjetas no funcionaban y en las que funcionaban algunas aplicaban cambios malísimos y comisiones elevadas, y en los que no a veces se terminaba el dinero.
Compra de comida, bebida y utensilios de cocina en supermercado Atacadão de Campo Grande
Nuestro primer destino sería el Camping Baía, que no tenía restaurante pero sí que tenía cocina en los bungalows que ofrecía por lo que antes de salir de Campo Grande paramos en uno de los muchos supermercados Atacadão que había por allí. Supermercados muy grandes y organizados por cierto.
Allí compramos aceite, huevos, sal, azúcar, café, nutella, cervezas, garrafas de agua, pasta, tomate, galletas, y demás provisiones para nuestra estancia en el camping Baia, así como una sartén y una cazuela para poder cocinar.
Conduciento desde Campo Grande hasta Aquidauana
Con el maletero lleno de comida, salimos de Campo Grande y pusimos rumbo a Aquidauana de la que nos separaban unos 130 kilómetros. La carretera BR-262 estaba en muy buenas condiciones, tantas que invitaba a circular por encima de los 80 km/h que marcaban las señales.
Waze avisaba de radares con frecuencia y de hecho unos días después Fran, que fue nuestro conductor durante todo el viaje, recibió un email de la empresa de alquiler Unidas con varias multas en esta carretera.
Sobre las 14:00, a pesar del gran desayuno del Hotel Alkimia, buscamos algún sitio para comer y aquí aprendimos que en Brasil comen antes que nosotros, normalmente de 12:00 a 13:30, y fuera de esos horarios es complicado encontrar nada, y menos en una carretera que atraviesa muy pocos pueblos.
Llegamos a Aquidauana sobre las 16:00 y lo primero que hicimos fue buscar en Google Maps un sitio donde tomar una cerveza fresquita y brindar por el comienzo de nuestra aventura.
En Brasil suelen servir cervezas de 600ml con enfriadores para tratar de conservar el frío a pesar de las altas temperaturas y reparten vasitos pequeños, algo más que un chupito, para compartirla entre los comensales. Además, las neveras donde las guardan están todas a temperaturas bajísimas (y marcan la temperatura para que el cliente sepa si se va a tomar una cerveza fría... o no.)
Primeros avistamientos por la pista MS-171 de Aquidauana
Tras este breve descanso salimos de la carretera principal para tomar ya la pista MS-171, que resultó ser magnífica para ver animales. Desde la carretera teníamos aún 60 kilómetros por esta pista hasta llegar al Camping Baía y como no teníamos prisa fuimos muy despacio parando con cada animal que veíamos.
Como nos lo tomamos con calma y sobre las 18:30 anochecía llegamos ya al Camping Baia de noche. Al no tener tienda de campaña (nos la habían perdido los de Alitalia en Roma...) Sara y yo tuvimos que alojarnos con Fran, Aitor e Iñaki en su bungalow, yo en una litera en la habitación y Sara en la propia cocina, ya que no había más camas.
Esa noche nos cocinamos un par de tortillas de patata y nos fuimos a dormir. Había sido otro día de viaje y aún estábamos muy cansados por todo el viaje de ida.